lunes, 17 de mayo de 2010

Te hice una promesa.

Volverte a ver así.
0,5
Había un paso de tren, de esos que pasan por debajo de una carretera en un pueblo de playa. De golpe cerraban las puertas, y allí me encontraba yo, sin saber que hacer.

El primer día no pasaba nada. El segundo día me ponía a caminar, debía llegar a Barcelona, debía llegar a mi destino. Era el primer día. Debía de ser el primer día del resto de mi vida.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Esta playa de mi vida.

Aún recuerdo el día que bautice como el día de "esta playa de mi vida".

1.

A estas alturas ya no distingo lo que ocurrió en realidad y lo que ocurrió en mi cabeza. Primavera. Viento. Rocas. Nadie decía nada. Nadie tocaba a nadie.

En frente dos edificios, un quiosco y el mar. Tres personas. Dos chicos, otra chica (y yo). Los edificios parecen los de la torre Mapfre, pero esa no es su playa.
Pasaron las olas, se llevaron la arena. Cambió la playa.

2.
2.1
Tras una noche mágica. Tras una mañana apaciguadora. Eres tu. Eres quien me despierta. Allí estamos, con el sol de cara, con tu no-calor. Con todas esas cosas que te hacen especial

2.2
Allí estás tú. A veinte metros de mí. Pero no puedo tocarte, no puedo llegar a ti. Si lo hago me pierdo, si no lo hago te pierdo a ti. Difícil elección. De hecho podrías ceder tu, como quien no quiere la cosa. Podrías acercarte y saludar, como sería lo normal. Pero no. Es la playa de mi vida. Es la playa de mis decisiones. Y cuando decido ir ya te has marchado.

lunes, 3 de mayo de 2010

fruto de nuestros cuerpos.

Estábamos en una piscina, lo recuerdo como si hubiera sucedido ayer mismo. No nos conocíamos, incluso en nuestra mirada había odio. Pero te acercabas, como retándome y me besabas. Estábamos en una fiesta, tu ibas en un traje de color crudo y yo en un vestido de lino.

Sin saber como perdíamos la ropa por ese extraño sitio, la dejábamos como si fueran flores, como si fuera lo normal que estuviera allí. Y había una piscina, donde nos perdimos sin ropa. Donde si no nos ahogo el agua, nos ahoguemos por falta de tiempo. Nos ahoguemos porque nuestro libido podía con nosotros, las ansias. Nos ahoguemos por querer más. Me ahogué por agarrarme demasiado fuerte a su espalda.

Y pasaba el tiempo, y tu pelo seguía rubio, agarrado en medio de la cabeza, tipo samurai pero en bonito. Y algo crecía en mi interior, algo que no era solo mio, algo fruto del agua. Pero sobretodo fruto de nuestros cuerpos, de nuestros fluidos, de nuestro amor.

Y estábamos en la hierba, tirados, y no pasaba nada. Tan solo pasaba el tiempo y aumentaban mis ganas de vivir. Solo con mirarnos podíamos respirar, aunque a esas alturas, ya no nos quedaban ni pulmones.

domingo, 2 de mayo de 2010

montserrat.

Al subir la montaña quedábamos agotados, exhaustos. El uno al lado del otro, a un centímetro. Y me besabas, como una estrella fugaz, un visto y no visto. Y me despertaba al día siguiente, sin saber si eso había ocurrido o había sido producto de mi imaginación.

Y de golpe eras tan real, allí, en la puerta de mi casa. Y no sabía si podía besarte, o no. No sabía las reglas de mis sueños. Pero te besaba, arriesgando, con el miedo a perderte para siempre, con el miedo a que te fueras corriendo y no volvieras más.

Pero no te ibas, al contrario. Te acercabas a mí, y me tocabas como nunca nadie lo había hecho. Dulcemente, con pasión y con esos ojos... Con miedo, con ternura. Con el miedo a equivocarnos, eso es. Y me mirabas, y me decías que lo único que importaba era que a partir de ahora haríamos cosas que nunca habíamos imaginado, que no te importaba no ser el primero.