domingo, 19 de septiembre de 2010

Aparecía él. Ni el mar ni la playa ni él. Y salían los temores de siempre, los temores que me hacían pequeña. Como siempre era un momento tenso, un momento difícil y sabía que era de las pocas personas que me podía comprender.

La costumbre, ese gran conocido que mejor no conocer. La no costumbre eso que te hace desconfiar. Ya no te extraño, ya no me haces daño. Eso es.

Y al contacto con la realidad, todo seguía igual. Sangre y muertes.

sábado, 11 de septiembre de 2010

El día de la despedida.

De esta playa de mi vida, te hize una promesa. Y hoy la he cumplido sin querer, sin idealizar el momento, sin prisa, con espontanedad.

Nuestras miradas se cruzaban en un mar de gente. Me sonreías. Te sonreía. No sabiamos donde escondernos. Todo había llegado a su fin, nadie sabia que hacer ni que decir. Nos acercabamos.

Volverte a ver así.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Cuando abrí los ojos seguías allí. Toqué tu piel y jugué con ella. Dormí, otra vez, cinco minutos. Y al abrir los ojos seguías allí, aún no habías desvanecido, seguías siendo real en todos sitios. Hasta en mi mente.

Desperté una semana después y no sabía nada. Sonaba todo como un sueño demasiado lejano, sonaba todo demasiado bonito a la vez que demasiado intimo.