Cuando abrí los ojos seguías allí. Toqué tu piel y jugué con ella. Dormí, otra vez, cinco minutos. Y al abrir los ojos seguías allí, aún no habías desvanecido, seguías siendo real en todos sitios. Hasta en mi mente.
Desperté una semana después y no sabía nada. Sonaba todo como un sueño demasiado lejano, sonaba todo demasiado bonito a la vez que demasiado intimo.
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