jueves, 2 de septiembre de 2010

Cuando abrí los ojos seguías allí. Toqué tu piel y jugué con ella. Dormí, otra vez, cinco minutos. Y al abrir los ojos seguías allí, aún no habías desvanecido, seguías siendo real en todos sitios. Hasta en mi mente.

Desperté una semana después y no sabía nada. Sonaba todo como un sueño demasiado lejano, sonaba todo demasiado bonito a la vez que demasiado intimo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario