viernes, 29 de agosto de 2014

La noche en la que tus palabras sonaban en mi cabeza mientras sus manos rozaban mi piel. Ese sentimiento de culpa mezclado con gotas de vino, con aroma afrutado, con el viento rozando las sábanas. 

El tiempo. Que todo lo cura. La cama que todo lo abraza. Tu espalda que todo lo quiere. Sus manos, en mi clavícula. Ese olor obsesivo en todas las esquinas. Esa matrícula perdida que ahora ya tiene color: ya tiene letras, ya tiene números. 

El tedio. El hastío. Todo aquello que has tenido y ha sido fugaz. Y se ha quedado. Todo lo que no nos atrevimos a respirar, a inhalar. Esos cigarros liados de después de las confesiones, que saben a ti. Un beso esquivado. Una copa en mi mano, en el suelo, en tu pie. El miedo a perderte, el miedo a perderme, el miedo a no saber como volver. El daño. La ilusión. Otra vez el daño. La luz. 


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