sábado, 23 de octubre de 2010

Me besabas y me decías que todo saldría bien. Me dabas la mano y me llevabas a mi antigua casa, donde ahora había un ascensor, donde este se paraba y hacíamos nuestro el tiempo.

Me querías, e inexplicablemente yo te amaba a ti también. Me perdía por las calles de tu mundo, de nuestro mundo. Donde no conocía a nadie más a parte de ti. Donde la gente no acababa de aceptar a la gente, donde todo el mundo era un extraño. Empezando por uno mismo y siguiendo por cualquier persona que tuvieras al lado.


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